miércoles, 29 de septiembre de 2010

Problemas de Credibilidad




Inspirado en: "Un tigre de papel" de Luis Ospina


El eterno debate entre verdad y objetividad me tiene sin cuidado. Es evidente que un intento de acercamiento a la verdad es tan escaso, que nos aleja inevitablemente de lo que ésta pudiera llegar a ser, si es que algún día la conocemos. Por otro lado, equipararla con el manido término de “objetividad” es una tarea innecesaria. Más aún, cuando quienes la promulgan a los cuatro vientos son los mismos encargados de manosearla y prostituirla.


Sin duda, ese mal llamado fenómeno de “la verdad” (que va de la mano con la objetividad, con el mesianismo, con la prepotencia, con la ignorancia, con el odio…) no me importa. No me confunde, y mucho menos me llena de interrogantes interesantes. Finalmente, la verdad no importa, quien la “encuentre” menos y quien la detente, queda suspendido en el limbo histórico de no saber que hacer con ella cuando creía tenerla. Se convierte en un culebrero, en un charlatán, sea cual fuere su oficio.



Sin embargo, sí se me hace más interesante el fenómeno de la verosimilitud. Puesto que nadie tiene la verdad, ni nadie la alcanza (esa creo que podría ser la única certeza), la verosimilitud o los intentos por hacer creíble algo me llenan de alegría y placer. Un cálculo extenso en la cabeza del artista para transformar una mentira en aparente verdad, es evidentemente, una muestra de su ingenio y talento. Una necesidad consciente de ejecutar con perfección su obra de arte.


Estrategia, ardid, juego y mentira, eso es la verosimilitud. La piedra filosofal de toda empresa artística y por qué no humana. “Hágase creer que eso no duele”, deberían enseñar. Porque el artista, verdadero conocedor de sus propósitos e intereses, debe crear el entramado y la estructura suficiente para que sus lectores, sus espectadores o su auditorio, caigan en el juego propuesto de la búsqueda de la verdad o más bien: del disfrute de la verdad. Eso debería aprender a hacer el artista, a “engañar” (en el mejor sentido de la palabra) a su público, convencerlo de la calidad de su engaño hasta la catarsis o el clímax. Es en ellos donde encontraremos el noble pretexto y las sinceras razones que tuvo el creador de la obra para enredarnos con su maravillosa verdad aparente.


Aunque la búsqueda de la verosimilitud debe ser un ejercicio permanente y deliberado en donde se unen la técnica y la imaginación; no deja de asombrarnos también, las muestras insensatas de supuesta “verosimilitud”. Estas no resultan ser más que esfuerzos pendencieros de un artista olvidado, o peor aún de un artista engañado por él mismo que dice tener la verdad pero no logra hacerla evidente y mucho menos creíble entre sus seguidores. A fuerza de aspavientos frenéticos (por no decir obras inconclusas y de pobre calidad estética), ese maestrico olvida la cohesión en su obra y el verdadero ejercicio creativo que requiere y termina por ofrecer baratijas en cada galería, en cualquier tarima o en cada propuesta que haga.


El mal engaño no fructifica. La obra no funciona, nadie se la cree. El público no reacciona. Los asistentes se alejan con un amargo sabor en sus labios, convencidos de ser víctimas inermes de un asalto a su buena fe. “Aiam florentinou Ariza” Decía Javier Bardem en el “inglés” de la película “El amor en los tiempos del cólera”. “Escribí en francés porque me nació escribir el libro en esa lengua, simplemente fluyó”, decía la ahora escritora Ingrid Betancourt.


O dice el artista local: “Ayer escribí un guión, hoy me levanté con ganas de ser bailarín; mañana me volveré guitarrista, pasado mañana seré un lagarto a la moda y luego, en una simbiosis de talento y genialidad, me volveré gestor cultural y haré proyectitos para rescatar la cultura y el arte del municipio”.


Líbrame Señor de parecerme a artistas de esta calaña.


‎Colofón "paradógico": "Con la fe puesta en el desarrollo y en una nueva generación de creadores y consumidores, hacemos un llamamiento a la juventud, y como juventud portadora del futuro, queremos procurarnos la libertad de vivir y actuar frente a las fuerzas tradicionales. Todo aquél que refleje en sus obras espontánea y verídicamente toda ... su fuerza creadora, es de los nuestros".

Manifiesto de fundación del movimiento artístico Die Brücke, 1905


VIDEO PRESENTACIÓN

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